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jueves, 15 de septiembre de 2011

Aubrey Beardsley









"Aubrey Beardsley ilustró Salomé (de su amigo Oscar Wilde) en 1893 para su representación francesa; fue interpretada en inglés al año siguiente. Aparece ya aquí su estampa típicamente japonesa y clásica, con un trazo muy estilizado y grandes superficies negras y blancas"

miércoles, 29 de junio de 2011

SONETOS DEL PORTUGUÉS, DE BARRET BROWNING

Selección de poemas de Elizabeth Barrett Browning

De mi cabello nunca di un rizo a un hombre...

De mi cabello nunca di un rizo a ningún hombre,
amado mío, salvo el que te ofrezco ahora
y, pensativamente, en toda su largura
sombría, voy ciñendo en torno de mis dedos.

Tómalo. Ya mis días de juventud pasaron;
ya al paso alborozado no tiembla mi cabello,
ni prendo en él la rosa o los brotes del mirto,
como las chicas suelen: ya sólo puede, en pálidas

mejillas, sombrear las huellas de mi llanto,
y se avezó a soltarse cuando a la frente inclina
con su arte el dolor. Temí que las tijeras

fúnebres lo cortaran primero, y ha vencido
tu amor. Tómalo. Puro como antaño, hallarás
el beso que, al morir, en él dejó mi madre.

Versión de Màrie Manent

***
Y no obstante el amor por ser amor...

Y no obstante el amor por ser amor
es bello. Igual llamea reluciente
un gran templo y la hierba. El mismo fuego
arde quemando el cedro y la cizaña.

Y el amor es un fuego; y cuando digo
te quiero, oh Dios, te quiero, ante tus ojos
me transfiguro en esplendor y siento
mi cara centelleante que deslumbra.

En el amor no puede haber ruindad
aunque amen los más ruines de los seres,
que cuando aman a Dios Él los acepta.

Y en la apariencia ruin de lo que soy
refulge el sentimiento y purifica
por ser fruto de amor lo que es de carne.

Versión de Carlos Pujol

***
¿De qué modo te quiero?

¿De qué modo te quiero? Pues te quiero
hasta el abismo y la región más alta
a que puedo llegar cuando persigo
los límites del Ser y el Ideal.

Te quiero en el vivir más cotidiano,
con el sol y a la luz de una candela.
Con libertad, como se aspira al Bien;
con la inocencia del que ansía gloria.

Te quiero con la fiebre que antes puse
en mi dolor y con mi fe de niña,
con el amor que yo creí perder

al perder a mis santos... Con las lágrimas
y el sonreír de mi vida... Y si Dios quiere,
te querré mucho más tras de la muerte.

Versión de Carlos Pujol

***
Oh, amor mío, amor mío...

Oh, amor mío, amor mío, cuando pienso
que existías ya entonces, hace un año,
cuando yo estaba sola aquí en la nieve
y no vi tus pisadas ni escuché
tu voz en el silencio... Mi cadena,
eslabón a eslabón, iba midiendo
como si no pudiese verme libre
por tu posible mano... ¡Hasta beber
la prodigiosa copa de la vida!
¡Qué extraño no sentirte en el temblor
del día o de la noche, voz, presencia,
ni adivinarte en esas flores blancas!
Yo era ciega lo mismo que el ateo
que no descubre a Dios al que no ve.

Versión de Màrie Manent

***
Si has de amarme que sea solamente...

Si has de amarme que sea solamente
por amor de mi amor. No digas nunca
que es por mi aspecto, mi sonrisa, el modo
de hablar o por un rasgo de carácter

que concuerda contigo o que aquel día
hizo que nos sintiéramos felices...
Porque, amor mío, todas estas cosas
pueden cambiar, y hasta el amor se muere.

No me quieras tampoco por las lágrimas
que compasivo enjugas en mi rostro...
¡Porque puedo olvidarme de llorar

gracias a ti, y así perder tu amor!
Por amor de mi amor quiero que me ames,
para que dure amor eternamente.

Versión de Carlos Pujol

***
Dilo, dilo otra vez...

Dilo, dilo otra vez, y repite de nuevo
que me quieres, aunque esta palabra repetida,
en tus labios, el canto del cuclillo recuerde.
Y no olvides que nunca la fresca primavera

llegó al monte o al llano, al valle o a los bosques,
en su entero verdor, sin la voz del cuclillo.
Me saluda en las sombras, amado mío, incierta,
esa voz de un espíritu, y en mi duda angustiosa,

clamo: «¡Vuelve a decir que me quieres!» ¿Quién
teme un exceso de estrellas, aunque los cielos colmen,
o un exceso de flores ciñendo todo el año?

Di que me quieres, di que me quieres: renueva
el tañido de plata ; mas piensa, amado mío,
en quererme también con el alma, en silencio.

Versión de Màrie Manent

***
Aléjate de mí...

Aléjate de mí. Mas sé que, para siempre,
he de estar en tu sombra. Ya nunca, solitaria,
irguiéndome en los mismos umbrales de mi vida
recóndita, podré gobernar los impulsos

de mi alma, ni alzar la mano como antaño,
al sol, serenamente, sin que perciba en ella
lo que intenté hasta ahora apartar: el contacto
de tu mano en la mía. Esta anchurosa tierra

con que quiso alejarnos el destino, en el mío
deja tu corazón, con latir doble. En todo
lo que hiciere o soñare estás presente, como

en el vino el sabor de las uvas. Y cuando
por mí rezo al Señor, en mis ruegos tu nombre
escucha y ve en mis ojos mezclarse nuestras lágrimas.

Versión de Màrie Manent

***
El mundo me parece tan distinto

El mundo me parece tan distinto
desde que oí los pasos de tu alma
muy leves, sí, muy leves, a mi lado,
en la orilla terrible de la muerte
donde yo iba a anegarme, y me salvó
el amor descubriéndome una vida
hecha música nueva. Aquellas hieles
destinadas por Dios quiero beber,
cantando su dulzura, junto a ti.
Los nombres de lugar son diferentes
porque estás o estarás aquí o allá.
Y ese don de cantar que yo amé tanto
(los ángeles lo saben) me es querido
sólo porque hace resonar tu nombre.

versión de Carlos Pujol

Los Sonetos del portugués toman ese título porque pasan por ser traducciones del portugués, en referencia a los sonetos del poeta del siglo XVI, Luis de Camoens. Uno de los poemas se titula “Catalina a Camoens”, y de allí que Browning le sugiriera el título a su esposa.
Este libro fue escrito durante el noviazgo entre Elizabeth y Browning –que, debido a las objeciones puestas por el Sr. Barrett y a la delicada salud de la poeta, fue llevado a cabo en secreto, al igual que su boda-. Se trata de poemas de amor, de un amor profundo e imperecedero, palabras de una mujer que ya a los treinta y nueve años podía considerarse una solterona, y a quien sin embargo el amor había tomado por sorpresa.
Los poemas están compuestos sobre temas opuestos. Principalmente el amor y la muerte, pero también la luz y la oscuridad, el recuerdo y el olvido, la música y el silencio. Han impregnado la cultura popular y es muy común encontrarlos citados en películas o libros en lengua inglesa. Probablemente el más famoso sea el 43: “How do I love thee? Let me count the ways.” (“¿Cuánto te amo? Déjame contar las maneras”).

martes, 14 de junio de 2011

PELICULAS RECOMENDADAS PARA E.A. POE

Chicos, aquí les dejo las películas de las que hablamos en la clase.
La primera es La Caída De La Casa Usher (ficha técnica acá... http://www.abandomoviez.net/db/pelicula.php?film=61 ).

Para descargarse la película ingresar al siguiente link.

http://www.taringa.net/posts/tv-peliculas-series/7570439/1960---La-Caida-De-La-Casa-Usher-_DVDRip_Espanol_Terror_-.html




Este segundo Link es para ver online. Es sobre El Corazón Revelador. Es una animación de los años 50's que no tiene desperdicio alguno.



El siguiente es El Cuervo, recitado por el genial Vincent Price





Disfruten....

jueves, 19 de mayo de 2011

Curso extracurricular: DRAMA Y FILM, PROBLEMAS TRASPOSITIVOS.

El curso gratuito de 6 clases sobre trasposición texto dramático/fílmico se desarrollará desde el próximo martes 24 de mayo, de 20 a 21:30 hs. en Ayacucho 953 (Escuela de Recuperación Especial Nro. 1), organizado por el ISP Dr. Joaquín V. González. Se trabajarán los siguientes casos de trasposición texto dramático/ fílmico:
1-El arpa de hierba, de Truman Capote // El arpa de hierba (1995), de Charles Matthau, con Piper Laurie, Sissy Spacek, Walter Matthau, Jack Lemmon y Roddy McDowall.
2-La versión de Browning, de Terence Rattigan // La versión de Browning (1994), de Mike Figgis, con Albert Finney, Greta Scacchi, Matthew Modine y Julian Sands.
3-Té y simpatía, de Robert Anderson // Té y simpatía (1956), de Vincent Minelli, con Deborah Kerr, John Kerr y Leif Erickson.
4-Locos de amor, de Sam Shepard // Locos de amor (1985), de Robert Altman, con Sam Shepard, Kim Basinger, Harry Dean Stanton y Randy Quaid.
5-La escalera, de Charles Dyer // La escalera (1969), de Stanley Donen, con Rex Harrison y Richard Burton.
El profesor a cargo del curso brindará a los concurrentes fotocopias de las obras teatrales, si así lo solicitan. En cambio, los concurrentes deberán procurarse por su cuenta los films.

Abelenda, María Sol

Abelenda, María Sol

T. P. Nº 2


Literatura de habla inglesa


3º B


Los Viajes de Gulliver cuenta la historia de los viajes que realiza el Doctor Lemuel Gulliver. Está dividido en cuatro partes, cada una de las cuales nos relata un viaje distinto del protagonista.
Los viajes están narrados en primera persona; esto le da un carácter de subjetividad a la obra.
Jonathan Swift utiliza su novela (al igual que otros de sus escritos) para realizar una fuerte crítica socio-política de su época y también de la condición del ser humano. El autor, en esta obra, recurre a la invención de países y sociedades para plasmar comparaciones con la realidad. Utiliza como recurso una meticulosa descripción de los lugares y habitantes de cada país que visita el personaje. Así, al ver cuál es la esencia misma de los seres que crea, logra mostrarnos las falencias de las sociedades, los errores del ser humano, etc.
Swift utiliza la ironía y el sarcasmo durante toda su sátira, como es de esperarse en este género.

Los Yahoos son la caracterización del hombre en su esencia más desagradable, más “inmunda”, como diría el narrador.
Su cuerpo y rostro se encuentran cubiertos de cabello, caminan sobre sus patas traseras y poseen grandes garras que les ayudan a trepar por los árboles con mayor facilidad.
En cuanto al género, los machos y hembras son bastante similares, exceptuando al tamaño y la cantidad de cabello (las hembras son más pequeñas y tienen menos pelo).
Los Yahoos no poseen una inteligencia demasiado importante, son viciosos, cobardes, muy lujuriosos y propensos al ocio y la suciedad.
Tienen, sí, una gran agilidad y resistencia física. Por esto, los caballos dotados de razón los utilizan como animales de carga. Suelen ser violentos cuando están en grupo.
Los amos y dueños de los Yahoos, son los Houyhnhnms. Son los caballos dotados de razón que habitan el último país que visita el protagonista.
Tienen un leguaje propio, caracterizado por sonidos nasales y guturales.
Según Gulliver, los Houyhnhnms son seres nobles, incapaces de dañar a otros; buscan el bien común y no saben cómo engañar o traicionar. No conocen la mentira, llevan una vida tranquila y bien organizada. Las relaciones que mantienen entre ellos son honestas.
No tienen apego por las cosas materiales y no se involucran emocionalmente ni con sus familiares ni amigos, como lo harían los seres humanos. Por esta razón, asumen la muerte tan naturalmente que no conlleva penas, la ven como un viaje.

3) Swift es un escritor satírico, y utiliza esta técnica para realizar la crítica que hace a las sociedades. Para él, “la sátira es un disfraz de la angustia”.
La crítica de Swift tiene como base la exposición de los defectos de los seres humanos y los vicios de la sociedad.
Se sirve de la hiperbolización y de la ironía, ridiculiza a los hombres.
La crítica satírica no es una manera de moralizar sino una forma de discusión, y el discurso tiene valor en sí mismo.

Swift forjó en sus obras el sarcasmo de sus ideas acerca del mundo. Lo que hace trascender a su obra es la generalización de las características de la humanidad. No importa cuándo leamos el relato: el paso del tiempo no afecta al significado general de la obra.
Se prevé el trascurso del tiempo y, así, entiende que lo que se está exponiendo, en algún momento pasará y no será nada más que tiempo pasado.
Swift logra abstraer los aspectos criticados en una generalización para que el lector, que quizás en algún momento no entienda o reconozca algunos elementos puntuales que se mencionan, pueda participar y reflexionar desde su perspectiva, desde su tiempo histórico.
La obra de Jonathan Swift fue muy atrayente en distintas épocas y por distintas clases sociales. Esto se debe, entre otras cosas, a que aparecen fuertes críticas al poder de instituciones fuertemente establecidas.

miércoles, 11 de mayo de 2011

López, Ma. Cecilia

Trabajo Práctico:

Los Viajes de Gulliver. Rastreo bibliográfico.

1) Convergencia entre forma y contenido.

Andrés García Londoño, en su artículo Gulliver y la misantropía, inicialmente no atribuye una forma específica a la obra “Los Viajes de Gulliver”, de Jonathan Swift, sino que enumera las asignadas a la misma por las diversas clases sociales contemporáneas a su primera publicación. Obra polimorfa y polisémica, cada grupo identifica en ella la forma y el contenido que reconoce afín con sus intereses y/o necesidades.

“Todas las clases sociales encontraron algún atractivo en el libro. Los nobles, una sátira política; el pueblo, un relato de aventuras; el clero, lecciones de moral; los intelectuales, un estudio sobre la naturaleza humana; los desengañados, una poderosa obra que estimulaba su resentimiento.[1]

Identifica luego a la sátira como rasgo formal esencial de esta novela, valorando en ella la posibilidad de enfrentar a la sociedad con su propia imagen, descubierta de toda falsa apariencia. Afirma también que su uso se encuentra ligado a la inquietud del autor que la manipula, ante los conflictos, dificultades y/o debilidades de la sociedad –no del individuo- en la que se encuentra inserto.

“La gran sátira es el arte de rasgar los harapos con que la humanidad cubre su espantosa desnudez. Por estar inevitablemente ligada a una valoración, hay en ella un componente moral intrínseco. (…)la historia de la sátira nos muestra cuán estrechamente está emparentada con la preocupación por los problemas sociales. (…)mientras el cínico carece de esperanza, el satírico es, muchas veces a pesar de su voluntad, propietario de una verdad defraudada(…)”[2]

“No es entonces una casualidad que en los Viajes de Gulliver el Deán se afane en plasmar sociedades, pues es la sociedad, no el individuo, la causa de la ira de Swift y es a ella a quien va dirigida el fondo de su sátira.”[3]

Enrique Luis Revol afirma en Nuestro contemporáneo Jonathan Swift lo hasta aquí expuesto, citando palabras del propio autor:

“Yet malice never was his aim;

He lashed the vice, but spared the name;

No individual could resent,

Where thousands squally were meant-.

(Pero nunca lo hizo con mala intención;

Censuró el vicio, pero calló el nombre;

Nadie en particular podía resentirse,

Cuando a miles se refería por igual-.)

Según el mismo Swift escribió en los Verses ontheDeath of Dr. Swift, en líneas que hasta hoy constituyen la descripción más exacta de su formidable obra satírica. (…) en Swift la sátira no tenía nada de gratuita. En otras palabras, no procedía de un simple impulso psicológico, para aliviarse de la ponzoña que llevaría en su interior.”[4]

García Londoño señala también que Swift examina a la sociedad francesa a través de la construcción literaria de una cultura no sólo diferente sino extraña a ella, imponiéndole de esta forma reflexionar involuntariamente sobre sí misma, bajo la apariencia de un juicio crítico erigido sobre otra, ante la cual no se reconoce.

Swift escribió la novela con sólo dos referentes: la lectura de libros de viaje que le enseñaron la jerga que debía usar el doctor Lemuel Gulliver, y sus propias observaciones respecto al mundo humano en general e Inglaterra en particular. Usó el mismo procedimiento que empleara Montesquieu en las Cartas Persas (1721): analizar la sociedad europea situándose en una cultura extraña, para poner de manifiesto sus injusticias, sus absurdos y sus hipocresías.”[5]

Al igual que García Londoño, en el artículo“Swift y la sátira”se define a dicho autor como a un escritor atento y sensible a los conflictos sociales de su época, quien asimila a la sátira con un espejo, en cuya imagen devuelta sólo pocos se reconocen, favoreciendo la recepción afable del lector y evitando la posible resistencia que su propio retrato le impondría a su juicio o examen sobre ella.

“Fundamentalmente es un escritor satírico: zahiere los defectos humanos en general y los vicios de la sociedad en que vivía en particular. Pero esta característica exige inevitables precisiones: habitualmente se piensa que la sátira entraña un distanciamiento cómico con respecto a las pasiones humanas e inclusive se suele opinar que conduce a cierta crueldad y desdén de las imperfecciones del hombre. Cabe sostener, con un buen margen de certeza que esta interpretación es errónea, y ello resulta aún más evidente en Swift: su actitud asume un aspecto corrosivo y hasta agresivo, su temperamento borrascoso lo empuja casi espontáneamente hacia el humor negro; pero detrás de su denuncia hiriente es posible percibir a un individuo profundamente compasivo cuya amargura nace de sus propios sufrimientos y de su identificación con el sufrimiento ajeno. Para Swift, la sátira es un disfraz de la angustia, de los profundos sentimientos que puede sentir por la mujer amada, del indecible dolor que le produce la miseria del prójimo. En La batalla de los libros, él mismo puntualizó el equívoco fácil a que puede inducir el aspecto superficial de sus escritos: La sátira –decía- es una suerte de espejo, en el que los observadores ven reflejadas las caras de todo el mundo salvo la propia; este es el motivo de que la reciban complacidamente y de que pocos se vean retratados en ella”.[6]

Se afirma también que Swift utiliza recursos expresivos opuestos a la sensibilidad que movilizó la escritura y a la conmoción que aspira generar: impersonalidad vs. desasosiego; burla vs. emoción:

“(…)como todo gran maestro de la sátira social (…)lleva la exposición hasta sus últimas consecuencias y mediante la exageración demuestra, por contragolpe, el profundo desasosiego que le producía la desdicha de sus compatriotas y el injusto derroche que –por indiferencia o despotismo- se estaba haciendo de la infancia. La demostración adopta una apariencia abrstracta, impersonal, casi científica, como la misma insensatez que le da origen; de tal forma, la tesis exhibe sin atenuantes la escasa diferencia que hay entre el desatino propuesto y la realidad contemporánea; en ese momento la burla se torna emoción e ilumina deslumbradoramente el objeto concreto de la proposición: el ser humano desvalido.”[7]

En consonancia con este artículo, afirman Howard Rochester en Jonathan Swift y “Gulliver”:“(…)su sátira, presentada muchas veces en forma indirecta y aun tortuosa, es el instrumentoque ha perfeccionado para ahuyentar al lector del complaciente engaño de sí mismo y de la actitud soberbiamente tranquila con que se suele consentir la debilidad como un derecho y abrazar los excesos como una afirmación de independencia. (…)Swift no es genuinamente solemne, y cualquier asomo de solemnidad no pasa de ser una travesura de su ironía.”[8]; y Revol en el artículo de su autoría ya citado: “(…)también A Swift le disgustaban bastante varias características principales de sus caballos fantásticos y que, al presentarlos con aparente simpatía, procedía tan irónicamente como, tiempo después, al proponer la conversión de los niños irlandeses indigentes en comestibles. Y he aquí la máxima virtud estilística de nuestro autor: un espíritu muy dolido (y muy rabioso, de vez en cuando) que sabe expresarse siempre, en el plano literario, con una perfecta compostura.”[9]

Este último crítico asevera que el autor utiliza un narrador en primera persona como recurso que le permite apropiarse de la voz dominante en el relato y expresarse a través de ella. En tanto voz testimonial que sucesivamente solicita crean en ella, ¿es in/cuestionable? ¿Su subjetividad comprometida la hace falible? ¿O la exime de toda duda?

Asumir un papel, pretender ser alguien muy diferente de la persona que realmente era y hablar muy seriamente con la voz de esa persona, fue siempre uno de los artificios favoritos de Swift.”[10] (Pág. 194)


1) 2) Diferencias entre Yahoos y caballos dotados de razón. Caracterización.

GARCÍA LONDOÑO, Andrés. Gulliver y la misantropía:

“(…)losHouyhnhnms, los caballos racionales, entre quienes no hay gobierno, ni guerra, ni leyes, ni crímenes, ni mentiras, ni castigos, por lo que Gulliver encuentra grandes dificultades para siquiera conversar con ellos, pues los Houyhnhnmscarecen incluso de tales conceptos. (…)sociedad de animales dotados de Razón donde las decisiones son tomadas en común, las acciones se realizan buscando el bien general y se acepta la muerte con naturalidad. (…)Gulliver nos presenta a los Yahoos, describiéndolos en principio como los más horribles y deformes abortos de la Naturaleza; hasta que luego descubrimos que no son más que humanos degenerados, que sirven como contraposición a los perfectos Houyhnhnms. Es indescriptible el horror de Gulliver al comprender que él mismo es un Yahoo, y para colmo de males, como dictamina su sabio amo Houyhnhnm, un Yahoo barnizado con una minúscula capa de razón que no sirve para otra cosa que para multiplicar sus vicios y adquirir nuevas corrupciones(…)” (Pág. 83)

2) Hipótesis sobre la perspectiva crítica de Swift. (Misantropía)

GARCÍA LONDOÑO, Andrés. Gulliver y la misantropía:

“Es sabido no sólo que la amargura puede ser a veces la madre del humor, sino también que en ocasiones el humor es la única forma de sobrevivir a la amargura. Sin embargo, al leer a Swift uno se pregunta, mientras ríe, de dónde sale esa visión de la humanidad como un todo color noche, esa necesidad de arrancar a tiras la piel de la propia especie. Y una vez conocemos los detalles de la vida del deán de Saint Patrick desembocamos directamente en una pregunta aún más incierta: ¿Puede la misantropía, manifestada en la crítica despiadada del hombre, combinarse con un amor sin futuro por la humanidad?” (Pág. 77)

Denuncia en diversos escritos las inhumanas actividades coloniales de los ingleses, se opone a impuestos injustos, y satiriza con saña las acciones del gobierno y las modas de la corte. La indignación de Swift respecto al yugo que sufre su país dará su mayor muestra con la publicación de Una modesta proposición en 1729, la mejor sátira sobre la injusticia humana de toda la literatura universal.” (Pág. 79)

“No resulta nada original decir que Swift era misántropo. (…)Lo que sí resulta sin duda fascinante es encontrar las bases donde se funda tal afirmación. ¿Qué es lo que hace a Swift un misántropo? ¿Qué parte del comportamiento humano subleva su espíritu hasta llevarlo al desprecio de su propia especie?

(…)lamisantropía de Swift se manifestó ante todo en su escritura.

(…)publicaba en forma anónima (…)se servía de la escritura como de una herramienta, no más importante para él que la azada para un labrador. Un medio, no un fin.

Entonces, si no le importaban la fama o el dinero, ¿qué quería con tanta fuerza exclamar Swift para aceptar el esfuerzo que, incluso para una persona de su talento, implica escribir?

“Los cuatro viajes que componen la obra [Los viajes de Gulliver] tienen cada uno objetivo diferente en la mira.

El primero, el viaje a Liliput, es ante todo una crítica de la corte inglesa y sus múltiples mezquindades. (…)El análisis de la política es implacable. Los cargos de la corte no guardan relación alguna con el mérito, sino con el talento para divertir a los sobreanos.

(…)El segundo viaje, donde Gulliver va a Brobdingnag, la tierra de los gigantes, es una mirada sobre Europa desde una tierra humana pero un poco más justa, donde predomina la poca razón de la cual es capaz el hombre. (…)El Deán creía que incluso entre gigantes morales, serían visibles mil pequeños defectos (…)nos dice que quien no encuentra defectos en lo humano es porque no se ha reducido a sí mismo lo suficiente.

En el tercer viaje, donde Gulliver viaja al país de Lupata, la isla volente, Swift critica con dureza los pretendidos triunfos de la Razón, de los que tanto se enorgullecía una sociedad como la inglesa, que comenzaba a convertirse en una sociedad científica. (…)En el mismo viaje conocemos la academia del país de los Balnibarbas, donde encontramos experimentos tan absurdos(…) Bastante claramente Swift muestra su desconfianza en la tecnología. La tercera escala de este mismo viaje nos lleva a la isla de Glubbdubdrib, donde (…)Gulliver puede (…)demostrarnos dos cosas: la primera, su tesis tantas veces vista de que el hombre actual es una degeneración del hombre primitivo. La otra tesis de Swift es que poco hay de glorioso en la historia humana, por ser básicamente una suma de mezquindades, traiciones, mediocridad y malentendidos. El último lugar que visita Gulliver en este viaje es la isla de Lugnagg(…). Con ello Swift no sólo pretende demostrar que la muerte personal es una bendición, sino también que la degeneración en cualquier campo es inevitable.” (Págs. 81 a 83)

“[En] El cuarto y último viaje(…) Usó el mismo procedimiento que empleara Montesquieu en las Cartas Persas (1721): analizar la sociedad europeasituándose en una cultura extraña, para poner de manifiesto sus injusticias, sus absurdos y sus hipocresías.” (Pág. 81)

“(…)mientras el cínico carece de esperanza, el satírico es, muchas veces a pesar de su voluntad, propietario de una verdad defraudada(…)

El deán tenía una esperanza, de lo contrario jamás se habría comprometido en una lucha que parecía en vano. Una lucha contra las injusticias de una corte, la miseria de los hombres y la opresión de un país. El Swift que tomó a su cargo el defender los intereses de los oprimidos y denunciar los atropellos de los poderosos, es el mismo que plantea el exterminio de la humanidad. Y ello no puede dejar de sorprendernos… Hasta que comprendemos que la contradicciónno existe si lo que Swift defiende son unos valores que encuentra superiores a la naturaleza humana, más importantes aun que la supervivencia de toda la humanidad.

Nunca somos tan despiadados en nuestros juicios como cuando nos defrauda aquel que una vez amamos. (…)En la mediocridad de la humanidad frente a los valores que anhela, encuentra la desesperación.

A diferencia de los utópicos, Swift no sueña con lo que podría ser. Admite lo que existe y acepta que los valores nunca serán alcanzados. (…)Y lo que le resulta insufrible es que la especie humana se adjudique esos valores supremos sin merecerlos, como es el caso de la Razón, que bajo la interpretación de Swift es una mezcla de intelecto e integridad moral.

En una carta a Pope, Swift mismo declara la contradicción que caracteriza a su misantropía: “(…)Pero principalmente yo odio y detesto a aquel animal llamado hombre, aunque puedo amar intensamente a John, Peter, Thomas y así en adelante. (…)He reunido materiales con la intención de escribir un Tratado que pruebe la falsedad de aquella definición animal rationale, y muestre que debería ser sólo rationiscapax. Sobre este gran principio de la Misantropía(…) el edificio entero de mis Viajes está erigido…”

No es entonces una casualidad que en los Viajes de Gulliver el Deán se afane en plasmar sociedades, pues es la sociedad, no el individuo, la causa de la ira de Swift y es a ella a quien va dirigida el fondo de su sátira.” (Págs. 84 y 85)

ROCHESTER, Howard. Jonathan Sswift y “Gulliver”.

“la fuerte reacción de la sátira de Swift (…)ha sido provocada por su intenso empeño en que los hombres, dejando su soberbia y su olvido de la muerte, aprovechen esa capacidad de razonar y vivir de acuerdo con la razón, en lugar de entregarse a un fácil optimismo o al complaciente entusiasmo de moda o a la proclividad al egoísmo, la indiferencia y la injusticia o a la bestia que acecha en la condición humana. Alejándose de la metafísica y de la teología dogmática, Swift ha deseado, creo yo, el imperio de los vetustos y eternos valores: todo lo que lo sano, lo armonioso y lo bello requieren y todo lo que significan la caridad, la verdad y la razón(…)” (Pág. 64)

3) Vigencia de la literatura de Swift.

GARCÍA LONDOÑO, Andrés. Gulliver y la misantropía:

“Jonathan Swift es un misterio. Un irlandés protestante que se atrevió a defender a los católicos de la opresión inglesa, a pesar de estar abiertamente en contra de su religión. Un hombre ambicioso, que siempre deseó un cargo mejor que aquel que le fue concedido por el destino, y que, sin embargo, restaba importancia a la fama que debía a sus obras, a las que solía publicar en forma anónima y no sólo por cuestiones de seguridad. Un moralista que detestaba el orgullo y que, aun así, se escribió a sí mismo uno de los epitafios más hermosos de la historia. Sin duda de ese misterio nace parte del encanto de sus escritos, que han sobrevivido tres siglos.” (Pág. 77)

ROCHESTER, Howard. Jonathan Sswift y “Gulliver”.

Entre los individuos de buenos antecedentes culturales, tanto en Europa como en el resto del mundo civilizado, no habrá muchos que no conozcan en forma alguna a Gulliver. Y de seguro la mayoría de los que de niños lo encontraron en sus lecturas siguen pensando en él como protagonista de una de las aventuras más fantásticas de la literatura infantil. En efecto, la extraordinaria popularidad del libro de fácil y amena lectura que se conoce con el título Gulliver’sTravels (Los viajes de Gulliver) se debe a la potente atracción que ejerce en la gente menuda de hoy y ha ejercido en muchas generaciones de preadolescentes a lo largo de los siglos. Y, sin embargo, la obra escrita por Swift –la que, a propósito, es más conocida que cualquier ciencia-ficción- supera la fantasía y tiene una trascendencia más allá de la psicología infantil, pues, lejos de la presunta inocencia de la puericia, se destaca como uno de los ataques más virulentos contra los vicios y la estupidez de los hombres.

Este desmesurado contraste (…)tiene una explicación muy sencilla. (…)El libro publicado en 1726 (…)cuyo texto, a pesar de la claridad sintáctica, trae una sugestiva complejidad de ideas y requiere detenida reflexión, ha sido expurgado y muy reducido por diversos editores y numerosos idiomas, con la conveniente omisión del viaje a Laputa, o sea el tercero, y del cuarto y último viaje, el que lleva al lector al país de los caballos. El pasmoso suspenso, la diversidad de las situaciones, la descripción verosímil y a menudo entretenida de los personajes y sus actos y la atmósfera de maravilla y ensueño, encima de un minucioso realismo en los detalles, coadyuvan a la sencillez del estilo para dar a tales versiones de “Los Viajes de Gulliver” un inmenso encanto semejante y aun superior al de los cuentos de hadas. He aquí los factores comunes a la obra original y a las adaptaciones de ella para niños. De estas dos maneras el libro de Swift ha adquirido dimensiones clásicas y reconocimiento universal.” (Págs. 57 y 58)

REVOL, Enrique Luis. Nuestro contemporáneo Jonathan Sswift.

“El hecho de que Jonathan Swift naciera hace tres siglos, (…)sólo hace más asombrosa la tenaz popularidad de su obra maestra como lectura infantil –en ediciones más o menos purgadas- y, así mismo, su vigencia significativa para la inteligencia actual. (…)¿Cómo explicarnos, pues, la popularidad tan persistente de estos Viajes (…)?

(…)Tal vez sólo los niños muy pequeños crean ya en enanos y gigantones. Y seguimos las aventuras del protagonista de Swift justamente porque estamos convencidos de que el único cuyas dimensiones cambian, de viaje en viaje, es el propio Lemuel Gulliver. Cada uno de los países que el viajero descubre se nos presenta como la exteriorización de una de las actitudes fundamentales que podemos asumir con respecto de los demás, y con respecto de nosotros mismos. De aquí el tremendo poder, la eficacia didáctica(…).

Por otra parte, casi solo otra obra existe –como legado del siglo XVIII, se entiende- que posea una polivalencia significativa comparable para el lector actual” (Pág. 183)

“(…)un ejemplo admirable de cuanto más perdurable es la obra cuyo autor está intensamente preocupado por los problemas, por los grandes y hasta por los pequeños problemas, de su propio tiempo”. (Pág. 188)

López, Ma. Cecilia

DNI 23.376.324



[1] GARCÍA LONDOÑO, Andrés. Gulliver y la misantropía. Pág. 81

[2]Op. Cit. Pág. 84

[3]Op. Cit. Pág. 85

[4] REVOL, Enrique Luis. Nuestro contemporáneo Jonathan Swift. Pág. 187

[5]GARCÍA LONDOÑO, Andrés. Gulliver y la misantropía.Pág. 81

[6]Swift y la sátira. Pág. 431

[7] Op. Cit. Pág. 431

[8]ROCHESTER, Howard. Jonathan Swift y “Gulliver”. Pág. 60

[9] REVOL, Enrique Luis. Nuestro contemporáneo Jonathan Swift. Pág. 192

[10]Op. Cit. Pág. 194

martes, 10 de mayo de 2011

Alvarez Araujo, Lía Escobar, Vanesa Mondello, Pablo Passerino, Gabriel

Instituto Superior del Profesorado “Dr. Joaquín V. González”
Lengua y Literatura
3º “B”
Literatura en Lengua Inglesa
Alvarez Araujo, Lía
Escobar, Vanesa
Mondello, Pablo
Passerino, Gabriel
T. P. Nº 2
9/5/2011
1) Encontrar la convergencia entre forma y contenido en Viajes de Gulliver.
2) Diferenciar y caracterizar a los yahoos respecto de los Houyhnhnms.
3) ¿Qué hipótesis tenemos sobre la perspectiva crítica de Swift?
4) Vigencia de la literatura de Swift.
1) El libro Los Viajes de Gulliver se encuentra dividido en cuatro partes, cada una de las cuales relata un viaje distinto. Los viajes están narrados en primera persona por el protagonista, el doctor Lemuel Gulliver; este aspecto da a la obra un carácter de subjetividad, el cual justifica la constante actitud del narrador de recalcar la veracidad de los hechos (por ejemplo, en IV, cap. XII, §1).
El autor recurre al relato ficcional para hacer más amena la lectura de su crítica social, que no es presentada al lector de forma directa, sino que se vale de comparaciones con sociedades ficticias a las que dota de las mismas características que ve en la humanidad, salvo en el país de los Houyhnhnms, que muestra como una sociedad totalmente idealizada. En este punto la sátira surge de la comparación entre las dos sociedades, cuyas diferencias son abismales.
El escritor utiliza como recurso descripciones minuciosas para mostrar el exterior y el interior de los seres. Los retratos así confeccionados presentan una gran ventaja a los efectos de la sátira: son claramente vistos por los lectores en su misma esencia, en lo que son, en lo que Swift quiere mostrar(nos). De esta forma, su objetivo surte el efecto deseado, nos hace ver las miserias y las fallas de la sociedad, no del individuo, y nos hace reflexionar.
La flexibilidad del estilo de Swift permite el uso del sarcasmo y la ironía en consonancia con el humorismo y la parodia. Característica también presente en su capacidad para cambiar de tono y de enfoque con gran desenvoltura a lo largo de su obra. El método del razonamiento absurdo es utilizado por Swift para mostrar, justamente, lo absurdo de la existencia de la razón humana.

2) Los Yahoos son los hombres en su esencia animal, es decir, que se encuentran en un estado más precario de evolución; su cuerpo y su rostro se encuentran cubierto de pelos y de su cabeza cuelga una larga cabellera; caminan sobre sus dos patas traseras, poseen garras en ellas y son capaces de trepar árboles con gran facilidad. Las hembras son idénticas a los machos salvo que tienen un menor tamaño y menos abundancia de pelo. En ambos casos son viciosos, traidores, cobardes, lujuriosos y proclives a la suciedad y al ocio. No son demasiado inteligentes, poseen “una minúscula capa de razón que no sirve para otra cosa que para multiplicar sus vicios” , pero tienen gran resistencia física y agilidad, por lo que son usados para arrastrar objetos pesados y también las carretas que transportan a los Houyhnhnms. Son violentos cuando están en grupos grandes, pero se protegen entre ellos de agresiones externas. “(…) los Yahoos (yajús) [son] repulsivos por su decidida animalidad, manifestada tanto en su apariencia como en su comportamiento”
Los Houyhnhnms son los amos de los Yahoos; son caballos físicamente, pero están dotados de razón y cuentan con un lenguaje propio caracterizado por sonidos guturales y nasales manteniendo el relincho de los equinos. La razón de éstos no es usada como la usan los hombres, para engañar, sino para buscar el bien común. Estos son vistos por Gulliver como seres nobles, incapaces de hacer daño. Los Houyhnhnms no conocen la mentira, puesto que “[la mentira] traiciona la esencia misma del lenguaje” , ya que hablar es hacer uso del lenguaje para recibir información, y, al mentir, se evita dar información real (decir la cosa que no es).
Los Houyhnhnms llevan una vida organizada, apacible. Al no conocer la mentira ni el engaño, la relación entre ellos es más honesta y beneficiosa. “Entre ellos no hay gobierno, ni guerras, ni leyes, ni crímenes, ni mentiras, ni castigos”. No se apegan a lo material, no llegan a involucrarse emocionalmente con sus parientes y amigos como lo hacen los humanos, por lo que la muerte de uno de ellos es algo que asumen naturalmente, no conlleva grandes penas.

3) “Las circunstancias de ser hijo póstumo y haber sido educado gracias a la fría caridad de sus tíos dejaron una profunda marca que lo llevó varias veces a detestar el haber nacido.” “Esa virtual orfandad y el concomitante sentido de humillación influirían en la vida y la obra de Swift.”
Diferentes autores llegan a la misma conclusión: las circunstancias de su vida, poco feliz, fueron las que incentivaron esa cruel visión del mundo que tenía este autor; para él mismo “la sátira es un disfraz de la angustia”.
Swift es ante todo un escritor satírico, y desde ese lugar realiza su crítica, la cual puede resultar un tanto corrosiva por su constante manifestación de rechazo hacia los seres humanos, más específicamente hacia la sociedad en sí. Su crítica se basa en dejar expuestos “los defectos humanos en general y los vicios de la sociedad en que vivía en particular”. Para ello se vale de la ironía y la exageración; busca ridiculizar a su referente, que puede ser un grupo de personas, un comportamiento o características en particular.
La crítica satírica no es un modo de moralizar sino una manera de discutir. El discurso tiene valor en sí mismo, no hay que justificarlo por nada, ni es necesario pedir permiso para hacer la crítica.
Cada uno de los viajes de Gulliver “se nos presenta como la exteriorización de una de las actitudes fundamentales que podemos asumir con respecto de los demás; y con respecto de nosotros mismos”. Con su condena de la humanidad, Swift se aleja de la confianza en los fines del género humano que caracterizó al Romanticismo, y se acerca al fatalismo iracundo que marcará este siglo XX que tantos horrores ha presenciado.

4) Swift supo plasmar en sus obras la mordacidad de su pensamiento, la acidez de su crítica. Pero lo que hace trascendente a su obra es su uso de la generalización de las características de la humanidad, lo que hace que el paso del tiempo no afecte el significado global. El texto es consciente de esto, el texto contempla su proyección y entiende que lo expuesto pasará. Prevé su propio envejecimiento, y abstrae los aspectos criticados en una generalización para que el lector, aunque no reconozca los eventos puntuales mencionados, pueda participar, de un modo diferente al de aquel que sí los conoce, en la lectura y la reflexión.
También las fuertes críticas al poder y a instituciones fuertemente establecidas (como la Iglesia, a la que Swift pertenecía) fueron motivo de interés para los lectores en todas las épocas, lo que permitió que las obras de Swift fueran leídas en todas las épocas con gran atención.

viernes, 29 de abril de 2011

EL PENSAMIENTO DE JOHN LOCKE


El pensamiento de John Locke y la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII
1. Introducción. Las ideas de Locke son base de las del liberalismo y de la democracia contemporánea. John Locke (1632-1704) fue un filósofo, pedagogo y médico inglés que se destacó en la epistemología o teoría del conocimiento, la política, la educación y la medicina. Es considerado el fundador del empirismo moderno y el primer gran teórico del liberalismo.
Locke sostenía que “nada hay en el entendimiento que previamente no haya estado en los sentidos”, contraponiéndose a la doctrina cartesiana de las ideas innatas. La mente del hombre, cuando nace, es como un papel en blanco, sin idea de Dios ni de ninguna cosa. La base del conocimiento son las ideas simples que proceden de la experiencia sensible, mientras que las ideas complejas no son más que fusiones y combinaciones de las anteriores. Rechazó los puntos de vista metafísicos afirmando que nada podemos saber con certeza acerca de la naturaleza esencial de las cosas ni de la finalidad del universo. Al pensador político se lo aprecia como el padre del liberalismo por sostener que todo gobierno surge de un pacto o contrato revocable entre individuos, con el propósito de proteger la vida, la libertad y la propiedad de las personas, teniendo los signatarios el derecho a retirar su confianza al gobernante y rebelarse cuando éste no cumple con su función.
El liberalismo surge como consecuencia de la lucha de la burguesía contra la nobleza y la Iglesia, queriendo acceder al control político del Estado y buscando superar los obstáculos que el orden jurídico feudal oponía al libre desarrollo de la economía y la sociedad. Se trata de una afirmación de la libertad del individuo y de la limitación de los poderes del Estado. El estilo de Locke, en contraste por ejemplo con la elocuencia barroca de Hobbes, ha sido considerado claro, conciso, simple, racional, con gran sentido común, de argumentos sencillos, sobrios, equilibrados, realistas y moderados.
2. Contexto histórico. Resulta indispensable conocer el contexto político y social de Inglaterra para situar a John Locke. En Inglaterra, la burguesía llegó al poder en 1688-9, produjo la Revolución Industrial de fines del siglo XVIII y convirtió a Gran Bretaña en el mayor imperio planetario del siglo XIX y parte del XX.
La última Tudor, Isabel I, reinó desde 1558 hasta 1603. Fue un período de gran prosperidad económica para la burguesía que realizaba negocios marítimos y para la gentry (clase terrateniente) asociada a ella. Estaba en auge la doctrina económica mercantilista, que implicaba una fuerte intervención estatal en los negocios, por lo cual la incipiente burguesía, en su mayoría puritana y hostil al anglicanismo, comenzaba a sentirse trabada por las reglamentaciones. Los puritanos, al igual que los hugonotes franceses, eran una vertiente del calvinismo. Tenían el ideal de conservar “la autoridad de las Sagradas Escrituras, la sencillez de los servidores, y la pureza de la primitiva iglesia”, intentando expurgar a la Iglesia Anglicana de todo vestigio de catolicismo por considerarla “romanista” o “papista”. Desde la época de Isabel, los puritanos estaban arraigados en las clases medias urbanas y la gentry. De acuerdo con Max Weber, la particular ética de estos protestantes puede ser interpretada como uno de los factores del surgimiento y desarrollo del capitalismo.
La Armada Invencible española, enviada por Felipe II para invadir Inglaterra, fue derrotada en 1588, año marcó el declive definitivo del poderío naval español en beneficio de la flota inglesa. Comenzaba la decadencia de una España católica frente al desarrollo de una Inglaterra protestante. Fue la etapa del apogeo del poder marítimo inglés, amasándose grandes fortunas comerciales e industriales. Jacobo I, el primer Estuardo, ascendió al trono en 1603. Carecía de la autoridad y el respaldo de los Tudor y era un defensor del poder absoluto, la uniformidad religiosa y la persecución de los católicos, estableciendo una monarquía de derecho divino y afirmando que “a los reyes se los reverencia, justamente, como si fueran dioses, porque ejercen a manera de un poder divino sobre la tierra”. Los monopolios que otorgó a sus favoritos trabaron la libertad comercial, lo cual provocó una ruptura de la alianza entre el absolutismo estatal y el individualismo burgués, produciéndose un enfrentamiento entre la nobleza y la burguesía, que reclamaba autonomía, derechos individuales, libertad económica y religiosa. El hijo de Jacobo, Carlos I, estuvo en el trono desde 1625 hasta 1649. Con él aumentaron los problemas con el Parlamento, y el conflicto se precipitó por una cuestión de impuestos debido a la guerra con Francia: en 1628 el Parlamento redactó una Petición de Derechos por la que se declaraba ilegal la exacción de impuestos o tributos sin su consentimiento y el encarcelamiento sin juicio. Estas eran medidas defensivas que remitían a la tradición política inglesa de protección de los derechos individuales y de la propiedad en un ambiente de gran intranquilidad política. Carlos I decidió disolver al Parlamento en 1629 e implantó su fórmula de gobierno: la monarquía absoluta. Impuso un nuevo impuesto sobre los buques, depuró a la Iglesia Anglicana de puritanos y dio a ésta un carácter más “romanista”. Además, permitió realizar fiestas en los días domingo, lo cual provocó una fuerte oposición, descontento y emigración entre los puritanos. Había un claro ambiente revolucionario.
A principios de la década de 1640 comenzó la Guerra Civil inglesa, que decidiría la cuestión suprema acerca de la autoridad política: monarquía absoluta o Parlamento. El rey fue apoyado por la nobleza, los grandes terratenientes, los católicos y los anglicanos en contraposición al Parlamento, apoyado por la gentry, los pequeños terratenientes, la burguesía comercial e industrial y los puritanos. En 1649, Carlos I fue ejecutado, se suprimió la Cámara de los Lores (nobles), y Cromwell, que lideraba a todas las capas comerciales y burguesas, destruyó los principales vestigios del feudalismo en Inglaterra. Entre 1649 y 1658 se instauró la Commonwealth de Cromwell, Lord Protector del país, pero pronto restableció una fórmula absolutista disolviendo al Parlamento pues “Dios ya no necesitaba de sus servicios”. Los intentos de rebelión fueron cruelmente reprimidos como “el castigo justo impuesto por Dios a los bárbaros miserables”. Poseía un poderoso ejército de Ironsides, concedió importantes ventajas comerciales a la burguesía (Ley de Navegación de 1651 y tratados comerciales con Holanda y Francia) y obtuvo importantes victorias militares frente a Holanda y España. Al morir Cromwell en 1658, había un clima de anarquía general. La única solución posible parecía ser la restauración de los Estuardo, por lo que Carlos II fue invitado por el Parlamento a volver a Inglaterra. Con Carlos II se inició el período de la Restauración (1660-85), inclinándose por un Estado absolutista similar al descrito en el Leviatán de Hobbes y una fuerte propensión hacia el catolicismo. En 1675, Locke emigró a Francia, y regresó a Londres en 1679, año de la muerte de Hobbes y de la proclamación de la Ley de Habeas Corpus por el Parlamento. Ya estaba en ciernes la supremacía social y económica de la burguesía, la cual estimaba que la estructura del Estado debía descansar en el poder legislativo (Parlamento) y no en el poder ejecutivo real. La fuente del poder provenía de un nuevo principio político: el contrato, que debía prevalecer sobre la doctrina de la monarquía de derecho divino. La muerte de Carlos II llevó al trono a Jacobo II (1685-8), católico declarado que pretendía el poder absoluto y que desafió frontalmente a la burguesía. En 1688, los protestantes se rebelaron contra la tiranía católica y Jacobo II huyó a Francia. Este episodio desencadenó lo que se conoció como la “Revolución Gloriosa” de1688-9, la primera de las revoluciones burguesas de Europa y América. Esta Revolución se produjo cuando el Parlamento logró que Guillermo de Orange y su esposa María regresaran a Inglaterra en noviembre de 1688 con una poderosa flota. Este rey protestante, en una incruenta incursión, ganó su corona con el apoyo de los Whigs (liberales) -para quienes el derecho del monarca provenía de un contrato entre la nación y la monarquía- e incluso de los Tories (conservadores).
El Parlamento adoptó la Declaración de Derechos (Bill of Rights) que limitaba el poder de los monarcas y garantizaba el derecho del Parlamento a elecciones libres y a legislar. Además, el rey no podía suspender al Parlamento ni imponer impuestos o mantener un ejército sin la aprobación del mismo. También se aprobó la Ley de Tolerancia, por la cual se garantizaba la libertad de cultos. En 1689, Locke publicó su obra más importante: Dos tratados sobre el gobierno civil, considerado como la vertiente teórica de la Revolución Gloriosa y el fundamento clásico del liberalismo. Las consecuencias de la Revolución Gloriosa fueron por lo tanto muy importantes, pues se trató del triunfo final del Parlamento sobre el rey, marcando el colapso de la monarquía absoluta en Inglaterra, dando el golpe de gracia a la teoría del derecho divino a gobernar y estableciendo el advenimiento de la era burguesa en Occidente. Locke y la Revolución Gloriosa contribuyeron decisivamente a los ideales revolucionarios estadounidenses de 1776 y franceses de 1789, en la Declaración de Derechos de la Constitución Estadounidense y en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Esta pacífica revolución señaló el triunfo definitivo de una nueva estructura social, política y económica basada en los derechos individuales, la libre acción económica y el interés privado, creando las premisas políticas para el ulterior desarrollo del capitalismo en Inglaterra y el mundo. Fue la culminación de un proceso que comenzó con la Guerra Civil y que benefició para siempre los intereses de la burguesía eliminando las supervivencias feudales.
3. El aporte de John Locke. Leía a los filósofos contemporáneos, especialmente a René Descartes, fundador del racionalismo y la filosofía moderna, combatiendo su tesis de las ideas innatas. A principios de la década de 1660 escribió Ensayos sobre la ley natural, donde insistía en que no puede existir conocimiento innato y que todo lo que conocemos, incluyendo el bien y el mal, es una inferencia derivada de nuestra experiencia. Pronto se convirtió en el filósofo liberal de los derechos individuales inalienables y el derecho a la rebelión. El estadista Lord Ashley, uno de los fundadores del movimiento Whig, lo contrató en 1667: se convirtió en su amigo, secretario, colaborador y consejero político. Ashley estaba en favor de una monarquía constitucional, un heredero protestante al trono, la libertad civil, la tolerancia religiosa, la supremacía del Parlamento y la expansión económica de Inglaterra. En 1666-7, Locke escribió Ensayo acerca de la tolerancia, que contenía los argumentos centrales de su futura Carta sobre la tolerancia de 1689. Consideraba que un súbdito estaba justificado al no obedecer si el poder le ordenaba realizar algo pecaminoso. Desde este período en adelante, Locke sostendrá que lo más importante en la política son los derechos del individuo y no el orden y la seguridad del Estado. En 1680, los Whigs querían asegurar que la sucesión al trono recayera en un protestante con el fin de evitar una monarquía absoluta al estilo francés. Los argumentos de Locke fueron usados como objetivos políticos de los Whigs, una defensa del derecho a la resistencia y a la rebelión cuando el gobierno no cumple con los fines que se le han encomendado. Locke ya estaba redactando sus célebres Dos tratados sobre el gobierno civil, razón por la cual se exilió en 1683 en Holanda, refugio de disidentes políticos o religiosos, donde permaneció durante cinco años. En 1685, su nombre apareció en una lista enviada a La Haya de 84 traidores buscados para su extradición por el gobierno inglés. Tuvo que ocultarse y cambiar de nombre y residencia durante un breve período, pues efectivamente había sido un activista involucrado en operaciones revolucionarias y portavoz de un movimiento político. Durante la Revolución Gloriosa de 1688-9, Locke volvió a Inglaterra en el mismo barco que la reina María, esposa de Guillermo de Orange, como el líder intelectual y portavoz de los Whigs. A partir de la ideas de Locke y de la acción whig, Inglaterra se convirtió en una monarquía constitucional controlada por el Parlamento.
4. Filosofía política. Los Dos tratados sobre el gobierno civil son la obra política más importante de John Locke. Se interroga acerca de “el gran problema, que en todas las épocas, ha agitado a la humanidad”: quién debe ejercer el poder. El argumento de Locke es no considerar al Estado como una creación de Dios, sino como una unión política consensuada y realizada a partir de hombres libres e iguales. El Primer Tratado es largo, pero muy efectivo en sus argumentos basados en la razón y el sentido común más que en la teología o la tradición. Después de terminar con este preparatorio trabajo de demolición, Locke comienza con la construcción de su propia doctrina política. Su intención originaria era responder a la pregunta: ¿a quién debemos obedecer? Pero el Locke del Primer tratado todavía no había descubierto lo que hoy consideramos como los principios fundantes del liberalismo. En esta primera parte sólo quiere refutar a el poder divinizado del monarca, y hay que leer el Segundo tratado para encontrar al padre de la teoría liberal y de la democracia burguesa. El Segundo tratado, como lo indica el subtítulo, es acerca del “verdadero origen, extensión y fin del gobierno civil”, considerado como una respuesta a las posturas absolutistas de Hobbes y los monárquicos. Consideraba que la ley natural está inscripta “en el corazón de los hombres” (II, 11). Consiste en ciertas reglas de la naturaleza que gobiernan la conducta humana y que pueden ser descubiertas con el uso de la razón. Todos los individuos tienen una racionalidad por la cual pueden discernir entre el bien y el mal, y cuyo primer y más fuerte deseo “es el de la autopreservación” (I, 88) y el de preservar la humanidad de dañar al otro (II, 6), pues la vida, la libertad y los bienes son propiedad de toda persona (II, 87), en tanto son sus derechos irrenunciables. El Segundo tratado es un texto clásico sobre la ley natural. La reacción inmediata al Ensayo fue de rechazo, considerándola como “una obra de filosofía Whig” y surgiendo una serie de acusaciones contra Locke por haber minado y cuestionado las bases de la ley natural. El empirismo de Locke niega la existencia de ideas innatas, pero su obra política deja de lado esta creencia y asume la existencia de derechos naturales innatos que provienen de la ley natural, impresas en “el corazón de los hombres”. Surge aquí un conflicto entre los supuestos fundamentales de su teoría del conocimiento y sus premisas políticas.
El Segundo tratado comienza con la gran pregunta de la filosofía política, ¿qué es el poder? Locke afirma que “es un derecho a dictar leyes [...] encaminadas a regular y preservar la propiedad, así como a emplear la fuerza de la comunidad en la ejecución de tales leyes y en la defensa de la República de cualquier ofensa que pueda venir del exterior, todo ello teniendo como único fin la consecución del bien público” (II, 3). Los seres creados por Dios viven en “un estado de perfecta libertad” natural y de igualdad, “sin subordinación ni sujeción alguna” (II, 4) y “sin verse sometidos a la voluntad o autoridad legislativa de ningún hombre, no siguiendo otra regla que aquella que le dicta la ley natural” (II, 22). Este principio de la libertad e igualdad es fundacional en la filosofía política moderna. Además, Locke reconoce que los hombres no nacen sujetos a ningún poder, pues “por la ley de la recta razón [...] los hijos no nacen súbditos de ningún país ni de ningún gobierno” (II,118). El hecho de que se trate de un estado de libertad no implica que sea un estado de absoluta licencia, no consiste en que “cada uno pueda hacer lo que le venga en gana” (II, 57). Amplía este concepto afirmando que la libertad consiste “en que cada uno pueda disponer y ordenar, según le plazca, su persona, acciones, posesiones y su propiedad toda”, y además que “nadie pueda verse sometido a la arbitraria voluntad de otro” (II, 57). La ley natural nos enseña a todos que, “al ser iguales e independientes, nadie puede perjudicar a otro en su vida, libertad, salud o posesiones” (II, 6). La libertad natural del hombre “consiste en su superioridad frente a cualquier poder terrenal” (II, 22), ya que al estar dotado con facultades iguales “no cabe suponer ningún tipo de subordinación” (II, 6). Locke presta enorme atención al tema de la propiedad y elabora su célebre teoría para explicar su origen y valor, base de la perspectiva burguesa y capitalista del mundo moderno, influyendo en teóricos posteriores como Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx. “Propiedad”, para Locke, es un término polisémico: en sentido amplio y general implica “vida, libertad y hacienda” (II, 87, 123, 173), y en un sentido más restringido, bienes, el derecho a heredar, y la capacidad de acumular riquezas. Para substraer a los gobernantes de cualquier intromisión en la propiedad privada, Locke afirmaba que ésta precede al establecimiento de la sociedad política o gobierno, y su empeño estuvo puesto en demostrar que los hombres pueden convertirse en propietarios, “cada hombre es propietario de su propia persona [...], el trabajo de su cuerpo y la labor de sus manos”, y si toma algo “y lo cambia del estado en que lo dejó la naturaleza, ha mezclado su trabajo con él y le ha añadido algo que le pertenece [...] y lo convierte en propiedad suya [...]que lo excluye del derecho común de los demás hombres [...] siempre que de esa cosa quede una cantidad suficiente y de la misma calidad para que la compartan los demás” (II, 27). Vale decir, el único título para poseer algo es el trabajo, ya que “aquello que inicia la propiedad es, precisamente, el acto de sacar algo del estado en que la naturaleza lo dejó”. Por ello, “el trabajo que me tomé en hacerlas salir del estado comunal en que se encontraban ha fijado en ellas mi propiedad” (II, 28). Es como un plato servido para todos, lo que yo me sirvo a mí mismo es mío y me pertenece, en palabras de Locke: “Aunque el agua que mana de la fuente es de todos, sin embargo nadie pondrá en duda que la que está en la jarra es de aquél que se molestó en llenarla” (II, 29). El nuevo producto, resultado de la creatividad humana aplicada a los recursos naturales, se transforma en parte del productor y le pertenece, naciendo así el derecho a la propiedad y convirtiendo al hombre en equivalente a propietario. El trabajo da a cualquier hombre el derecho natural sobre aquello de lo que se ha apropiado, y le imprime un sello personal que lo hace propio. Existe una fusión entre el sujeto trabajador y el objeto trabajado, al cual modifica y “a lo que se encuentra unido” (II, 27). La propiedad no es aquí ilimitada pues cada hombre podrá poseer legítimamente todo lo que pueda abarcar con su trabajo, ya que “la misma ley natural que nos otorga la propiedad, es la que le pone límites a la misma” (II, 31). Puedo aprovecharme de todo antes que se malogre, y lo que sobrepase ese límite supera a la parte que corresponde a una persona y pertenece a otros. Locke es muy claro y tajante: “La medida de su propiedad vendrá fijada por la cantidad de tierra que un hombre labre, siembre, cuide y cultive” (II, 32). Locke creía que el valor de cualquier objeto estaba dado y determinado, a grandes rasgos, por la cantidad de trabajo necesario para producirlo. Afirmaba que “de hecho, es el trabajo el que añade la diferencia de valor sobre cada cosa”(II, 40). En síntesis, “es el trabajo el que aporta la mayor parte de su valor a las cosas” (II, 42) y el que “otorga la mayor parte del valor que tiene la tierra” (II, 43). El derecho de propiedad tiene para Locke un carácter absoluto y es irrenunciable: existe en el estado de naturaleza y, una vez constituida la sociedad civil, el fin del gobierno será la preservación de la propiedad. Un sargento puede obligar a un soldado a marchar a la boca del cañón y un general puede condenarlo a muerte, pero ninguno de ellos puede disponer de su hacienda, arrebatarle parte de sus bienes o quitarle un solo penique de su bolsillo.
El hombre natural de Locke no es un salvaje hobbesiano sino un virtuoso anarquista racional poseedor de propiedades que respeta las pertenencias ajenas y vive en paz y prosperidad. Este idílico panorama se convertirá de hecho en un estado de guerra, debido a dos fuentes de discordia: la primera, que algunos “irracionales” traten de aprovecharse de otros pues los hombres no son perfectos; la segunda, los conflictos entre dos o más personas en donde no hay una tercera parte, un juez o un árbitro, por lo cual vencerá el más fuerte y no el más justo. La sociedad humana se multiplica y se hace más compleja, surgiendo cada vez más riesgos de conflicto: “la fuerza sin el amparo del derecho sobre la persona de un hombre da lugar a un estado de guerra” (II, 19), que es “un estado de enemistad y destrucción” (II, 16). Ello hace necesario que los hombres se constituyan en sociedad civil para evitarlo y “es una de las grandes razones que mueven a los hombres a reunirse en sociedad y salir del estado de naturaleza [para constituir una sociedad civil]. Pues, allí donde existe una autoridad, un poder terrenal al que apelar para obtener la oportuna reparación, desaparece el estado de guerra” (II, 21). Existen algunos hombres, desgraciadamente, que no están guiados por la razón y pretenden despojar a otros de sus propiedades, transgrediendo la ley natural y actuando como seres irracionales. Locke no explica de dónde surgen estos hombres ni cuándo o por qué. El estado de naturaleza degenera en un estado de guerra cuando éstos atentan contra la propiedad de otros. Para salir de este estado de naturaleza similar al estado de guerra, los individuos realizan un pacto o contrato por el cual se constituyen la sociedad civil y la comunidad política. El gobierno actuará como juez y protegerá los derechos -ya preexistentes- a la vida, la libertad y la propiedad. Su poder proviene del “consenso de los gobernados”. Los hombres “laboriosos y razonables” ven la necesidad de una institución que imparta justicia y los lleve a realizar un contrato, ya que no está garantizado que todos cumplan con los preceptos de la ley natural y la razón. Después de la Revolución Gloriosa se justifica el destronamiento de Jacobo II, sosteniéndose que había quebrantado el pacto entre el rey y el pueblo por su mal gobierno. El contrato se realiza para garantizar la seguridad de la propiedad de los individuos (vida, libertad y bienes) por la inseguridad existente en el estado de naturaleza. La legitimación y la autoridad del Estado surgen, precisamente, por la superación de la inseguridad y la protección de los bienes lockeana. En la Carta sobre la tolerancia, Locke hace una interesante descripción de las razones del pasaje del estado de naturaleza a la sociedad civil y política: “siendo la depravación de la humanidad tal que los hombres prefieren robar los frutos de las labores de los demás a tomarse el trabajo de proveerse por sí mismos, la necesidad de preservar a los hombres [...] [los induce] a entrar en sociedad unos con otros, a fin de asegurarse [...] sus propiedades [...]”. La sociedad, en el estado de naturaleza, posee la capacidad de organizarse armoniosamente sin necesidad de recurrir al orden político. Lo que obliga a instaurarlo es la impotencia de esa sociedad cuando su orden natural es amenazado por enemigos internos y/o externos. Se crea la sociedad civil y política a través de un contrato, y se crea al gobierno como agente de esa sociedad. La sociedad está subordinada al individuo, y el gobierno a la sociedad. La disolución del gobierno no implica la liquidación de la sociedad, como veremos más adelante. Los hombres pueden llevar a cabo promesas y pactos en el estado de naturaleza, pero “ningún otro pacto sirve para poner fin al estado de naturaleza entre los hombres, salvo aquel por el que acuerdan entrar en una comunidad y constituir un solo cuerpo político” (II, 14). Este párrafo pareciera indicar que en Locke hay un solo pacto, pero ya aquí es evidente la distinción entre sociedad civil y sociedad política. Si bien no lo hace muy claramente al principio, nuestro autor distingue con posterioridad entre la sociedad civil y la sociedad política, aunque la conformación de ambas pueda tener lugar al mismo tiempo. Es posible, como vimos, que un grupo de hombres en el estado de naturaleza viva en sociedad, pero si carecen de ese poder decisivo al que apelar, “podemos asegurar que [ese grupo] todavía se encuentra en el estado de naturaleza”(II, 89). Si bien existe la sociedad en el estado de naturaleza, Locke reconoce de manera explícita la distinción entre sociedad civil y sociedad política en el párrafo 211, y presenta tácitamente la idea de un segundo contrato mediante el cual se crea el gobierno.
A este “contrato” de gobierno, o sea, la relación entre gobernantes y gobernados, Locke prefiere denominarlo con el término trust, esto es, “confianza”. En Locke, es el pueblo, el que tiene el verdadero poder soberano, otorga a los poderes su confianza (trust) sin someterse a ellos, justificando la rebelión en el caso de que la autoridad no cumpla con sus objetivos. El poder político legítimo deriva de ese “contrato” entre los miembros de la sociedad, que no es un contrato verdadero porque los hombres no se someten al gobierno sino que establecen con él una relación de confianza. Además, cuando los hombres consienten formar una sociedad política, acuerdan estar atados por la voluntad de la mayoría, “de modo que todo el mundo está sujeto, por dicho consenso, a los acuerdos a que llegue la mayoría” (II, 96), “que se precisa para que los individuos ingresen o constituyan una república” (II, 99). Justamente este consenso de hombres libres es lo que da principio a cualquier gobierno legítimo en el mundo. El “gobierno civil es el remedio más adecuado para las inconveniencias que presta el estado de naturaleza” (II, 13), esto es, los problemas causados por el estado de guerra provocado por los “irracionales” que atropellan la vida, libertad y propiedad de los hombres laboriosos. Repite Locke constantemente que “el fin supremo y principal de los hombres al unirse en repúblicas y someterse a un gobierno es la preservación de sus propiedades [vida, libertad y hacienda], algo que en el estado de naturaleza es muy difícil de conseguir” (II, 123). En cuanto a los poderes legislativo y ejecutivo, los poderes naturales del hombre en el estado de naturaleza se transforman, gracias al contrato, en los poderes políticos de la sociedad civil, que son limitados. Por consiguiente, cuando “cierta cantidad de hombres se unen en una sociedad, renunciando cada uno de ellos al poder ejecutivo que les otorga la ley natural, a favor de la comunidad, allí y sólo allí habrá una sociedad política o civil” (II, 89). Por eso afirma Locke que “la sociedad política se dará allí y sólo allí donde cada uno de sus miembros se haya despojado de este poder natural, renunciando a él y poniéndolo en manos de la comunidad [...] que se convierte en el árbitro que [...] dictamina sobre todas las diferencias que puedan tener lugar entre los miembros de esa sociedad” (II, 87). En otras palabras, forman una sociedad civil “las personas que se unen en un cuerpo y disponen de una ley común así como de una judicatura a la que apelar, con autoridad para decidir en las controversias que surjan entre ellos y poder para castigar a los delincuentes” (II, 87). Participan de la sociedad política solamente aquellos que hacen el pacto de manera explícita. Locke es claro en este punto: “Cuando un grupo de hombres ha llegado a un consenso para formar una comunidad o gobierno, se incorporan en el acto al cuerpo político que conforman ellos mismos, en el que la mayoría adquiere el derecho de actuar y decidir por los demás” (II, 95). “Todo el mundo está sujeto por dicho consenso a los acuerdos a que llegue la mayoría” (II, 96).
5. Valoración de John Locke. Fue uno de los grandes ideólogos del paso de la era moderna a la contemporánea, a partir de su filiación con las burguesías protestantes inglesas que, agrupadas en torno de los whigs, llegaron a controlar el Estado en virtud de la Revolución Gloriosa. Su pensamiento ha ejercido una influencia decisiva sobre la constitución política del Reino Unido y de Occidente hasta la actualidad. Defendió la tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las religiones no cristianas. En su obra más trascendente, Dos ensayos sobre el gobierno civil, sentó los principios básicos del constitucionalismo liberal, al postular que todo hombre nace dotado de unos derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger: la vida, la libertad y la propiedad. Partiendo del pensamiento de Hobbes, Locke apoyó la idea de que el Estado nace de un «contrato social» originario, rechazando la doctrina tradicional del origen divino del poder. A diferencia de Hobbes, argumentó que dicho pacto no conducía a la monarquía absoluta, sino que era revocable y sólo podía conducir a un gobierno limitado. La autoridad de los Estados resultaba de la voluntad de los ciudadanos, que quedarían desligados del deber de obediencia en cuanto sus gobernantes conculcaran esos derechos naturales inalienables. El pueblo no sólo tendría así el derecho de modificar el poder legislativo según su criterio (idea de donde proviene la práctica de las elecciones periódicas en los Estados contemporáneos), sino también la de derrocar a los gobernantes deslegitimados por un ejercicio tiránico del poder (idea en la que se apoyaron Jefferson y los revolucionarios norteamericanos para rebelarse contra Gran Bretaña en 1776, así como los revolucionarios franceses para alzarse contra el absolutismo de los Luises en 1789). Locke defendió la separación de poderes como forma de equilibrarlos entre sí e impedir que ninguno degenerara hacia el despotismo. Al inclinarse por la supremacía de un poder legislativo representativo de la mayoría, se le puede considerar también un teórico de la democracia contemporánea, hacia la que acabarían evolucionando los regímenes republicanos. Por legítimo que fuera, sin embargo, ningún poder debería sobrepasar determinados límites (de ahí la idea de ponerlos por escrito en una Constitución). Estas ideas inspiraron al liberalismo anglosajón (reflejándose puntualmente en las constituciones de Gran Bretaña, Estados Unidos y varios países latinoamericanos) e, indirectamente, también al del resto del mundo (a través de ilustrados franceses, como Montesquieu o Voltaire).